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Osia

La localidad más meridional de la comarca de la Jacetania está situada a 744 metros de altitud al sur de la sierra de San Juan de la Peña, en una despejada llanura apta para la agricultura (cereal) y la ganadería, medios de vida de la población y de los habitantes de las numerosas pardinas que la rodean: Legriso, Segaral, Carrosa, Bataraguá, Búbal y Altasobre. En las proximidades, el barranco de Segaral permite desaguar al río Gállego las aguas que descienden por el barranco de Bernués.

Formó municipio hasta su incorporación al de Jaca en 1966. El fogaje del Reino de Aragón de 1495 le daba 8 fuegos. En 1857 tenía 188 habitantes y 156 en 1900. Su población sufrió un fuerte retroceso en el siglo XX. En 1991 había 7 vecinos y en 2003 contaba con 18.

HISTORIA

Está documentada su existencia desde que el rey de Pamplona Sancho Garcés II Abarca y la reina Urraca diera la villa al monasterio de San Juan de la Peña en el año 992. En 1046, el monasterio de San Martín de Ena y dos casales en Osia, forman parte de la donación que Ramiro I hace a San Juan de la Peña. Rodrigo Ximénez de Luna dio la torre y villa de Osia a Jaime II en 1294. En 1381, Pedro IV vendió Osia a Pedro Jordán de Urriés. En 1397, Martín I la incorporó al concejo de Jaca, ciudad realenga, para costear la reparación de sus muros y puertas, lo que se confirmó en 1446 y en 1533. Seguía siendo de realengo en 1778.

ARQUITECTURA RELIGIOSA

La iglesia parroquial de Santa Lucía fue un templo románico del que se conservan escasos elementos, pero lo principal de su fábrica es barroco, del siglo XVII. Su planta es sencilla, una nave con dos capillas laterales, cabecera recta y torre adosada al suroeste. La nave se cubre con bóvedas de cañón con lunetos. Conserva los retablos barrocos así como dos tablas góticas de estimable calidad.

Fuera del casco urbano, junto al cementerio, en el camino que conducía a Botaya, se sitúa la “iglesia alta”, una ermita románica dedicada a San Juan Bautista (antes a la Virgen del Rosario) de la primera mitad del siglo XII, que fue iglesia parroquial. Orientada al este, es de una sola nave con cubierta de madera a dos aguas, presbiterio y ábside semicircular, ambos abovedados en piedra. Decoración escultórica hay en la portada meridional (ménsulas o modillones de rollos) y en el interior de la cabecera (bolas y ajedrezado), relacionada con el “románico jaqués”. Empotrados en los muros sin orden aparente, hay varios relieves con motivos vegetales, animales y humanos (figura yacente, manos), de los que destaca por su belleza uno de flores entrelazadas cuyo diseño recuerda el forjado en hierro de las rejas románicas. En el Museo Diocesano de Jaca se exponen algunas de las pinturas murales góticas con que se revistió el ábside en el siglo XIV.

ARQUITECTURA POPULAR

Agrupado en forma de óvalo, el conjunto urbano se articula en dos núcleos diferenciados con su plaza respectiva unidas por la Calle Mayor, a la que convergen el resto de calles. Se conservan bastantes casas del siglo XVIII, algunas perforadas por pasadizos de comunicación, en arco y adintelados, con habitación encima. La arquitectura mantiene los usos tradicionales de la zona: construcción en piedra, sillares de refuerzo en las esquinas (esquinazos), dinteles y jambas pétreos en puertas y ventanas, tejados de losas y chimeneas troncocónicas. Edificios de interés son la antigua herrería, el horno de pan, el abrevadero, varias bordas, las antiguas escuelas, y fuera de la población, el molino harinero (junto al río Segaral).

FIESTAS Y TRADICIONES

Osia celebra su fiesta mayor el 13 de diciembre, festividad de Santa Lucía, patrona de la localidad, y la menor el 20 de enero en honor a San Sebastián.