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Tradiciones
EL DÍA DE LA EXALTACIÓN DEL TRAJE TÍPICO ANSOTANO
Los ansotanos sienten verdadera devoción por su traje típico, uno de los más ricos y vistosos de los Pirineos. Ese orgullo lo ponen de manifiesto cada último domingo de agosto. Desde 1971, este día quedó institucionalizado como El día de la Exaltación del Traje Típico Ansotano, que fue declarado en el año 2011, FIESTA DE INTERÉS TURÍSTICO NACIONAL.
El último domingo del mes de Agosto, desde 1971, se celebra en la villa de Ansó, "EL DÍA DE LA EXALTACIÓN DEL TRAJE TÍPICO ANSOTANO". Este día, los vecinos de la localidad, abren los baules y los roperos y sacan los trajes regionales de sus antepasados, algunos con una antigüedad de más de cien años, se visten con ellos y los pasean por las calles de la villa, rememorando tiempos pasados. Esta fiesta está considerada desde 2011 "FIESTA DE INTERÉS TURÍSTICO NACIONAL" y a élla, cada año en mayor número, acuden visitantes de todos los lugares de España y del extranjero.
PRIMER VIERNES DE MAYO
Cada primer viernes de Mayo la ciudad revive el acontecimiento y cientos de ciudadanos se visten con trajes de la época para participar en un desfile multitudinario. En la fiesta conviven la realidad y la leyenda rememorando la victoria del pueblo Jaqués frente a la invasión musulmana.
La celebración rememora un episodio del que no existe más mención histórica que la recogida en el Libro IV de la Historia General de Alfonso X el Sabio: la victoria del Conde Aznar Galíndez y sus tropas sobre las huestes musulmanas que asediaban Jaca, allá por el año 758 en un episodio más de la conquista global de la península Ibérica.
En el amanecer del primer viernes de Mayo de aquel año se libró una gran batalla en las afueras de la ciudad, en la que un reducido ejercito cristiano se enfrentó a miles de musulmanes. Los jacetanos, dirigidos por el conde visigodo Aznar Galíndez, aguantaron el tipo con escasísimos medios y un valor épico. Al mediodía, cuando todo hacía presagiar lo peor, las mujeres jacetanas, que aguardaban en sus casas, decidieron acudir al campo de batalla armadas tan sólo con sus utensilios domésticos. Las mujeres que hicieron creer a los infieles, con el sonido de sus utensilios de cocina, que las tropas del conde cristiano eran mucho más numerosas, lo que provocó su desbandada del los infieles.El reflejo de los rayos del sol sobre sus rudimentarias herramientas y las hojas de boj que les cubrían provocaron el pánico en el rival. Los moros creyeron ver a lo lejos la llegada de nuevos ejércitos cristianos y huyeron.
La leyenda cuenta que dicha victoria sólo fue posible gracias a la decidida intervención de las mujeres jacetanas que con su arrojo, valentía y bravura ayudaron decantando la balanza para la victoria jacetana , por ello lo importante de las mujeres de jaca y da allí el famoso carácter montañés de nuestra mujeres que aun perdura en la actualidad. No podemos olvidar que tanto en este como en multitud de ocasiones las mujeres han actuado e intervenido en varios acontecimientos históricos de relevancia y como no aquí no seria distinto. El regreso a Jaca se convirtió en una fiesta. Portando las cuatro cabezas de los jefes del ejercito moro, los jacetanos celebraron la victoria y su libertad.
Desde entonces, cada primer viernes de Mayo la ciudad revive el acontecimiento y cientos de ciudadanos se visten con trajes de la época para participar en un desfile multitudinario. Una gran fiesta muy popular para la gente de Jaca que se ha convertido en una gran reunión de obligado cumplimiento por el gran fervor popular que genera la misma. Jaca conmemora la gesta de sus antepasados desde hace varios siglos. En el siglo X se levantó la Ermita de la Victoria en el lugar donde supuestamente se libró la batalla. (Hoy, paradójicamente, es el cementerio de la ciudad).
Desde entonces, los jacetanos bajan cada mañana del primer viernes de Mayo a este paraje y después, siguiendo fielmente los pasos de las hueste del Conde Aznar , todos regresan a Jaca para vivir el momento más intenso.
El cancionero popular refleja la parte más contundente de la leyenda. "Diez mil moros murieron en el combate breve, el jacetano tuvo un sólo herido... y leve"
El Himno: Música: Josep Lluís Ortega Monasterio / Letra: Eugenio Villacampa. 1955
ACTO DE RECONOCIMIENTO DE LAS MUGAS
Tradicionalmente han existido acuerdos, a lo largo de todo el Pirineo, entre localidades españolas y francesas para la utilización conjunta de los pastos de montaña. El tratado de Vecindad del Valle del Aspe y Puerto de Astún es un reflejo de ello. Este acuerdo lo firman las localidades francesas de Urdos, Etsaut y Cett-Eygun y la española de Jaca.
El tratado del puerto de Astún, también denominado desde la historiografía francesa tratado de la Vesiau (en fr., traité de la Vesiau), o tratado de los bornes de Somport es un acuerdo que precisa los derechos y usos de pastoreo en el entorno del puerto de Astún entre el municipio español de Jaca, en la Comunidad de Aragón) y las tres comunas francesas del alto valle del Aspe: Urdos, Cette-Eygun y Etsaut; en la región de Aquitania.
El Tratado del Puerto de Astún se remonta al siglo XII, concretamente la mención más antigua data de 1.131, cuando el Rey Alfonso I de Aragón concedió la utilización de los pastos fronterizos de Candanchú, La Raqueta y el Espelungué a los monjes del Hospital de Santa Cristina. Aunque casi siempre ha habido un buen entendimiento entre las dos vertientes pirenaicas, hubo épocas en que no fue así y se prohibió a los franceses el disfrute de los terrenos, como ocurrió el 18 de julio de 1397, cuando los éstos tomaron partido a favor del Conde de Foix contra el entonces rey de Aragón, Martín el Humano.
Este privilegio fue devuelto a los ganaderos vecinos bajo el reinado de Fernando el Católico, en el siglo XVI, quién otorgó a Jaca la propiedad “indiscutible y para siempre” del territorio de Astún, en 1513. Pero esto suponía una limitación al acuerdo firmado entre la ciudad de Jaca y los valles del Aspe, por lo que la ciudad jacetana se comprometió a la entrega anual de cien sueldos jaqueses. Este tributo nunca se modificó, aunque sí fue completado por medio de acuerdos de ayuda mutua.
Etimología
La denominación aplicada a este acuerdo en Francia, vesiau, es una palabra gascona que significa vecindad. Este tratado viene sucediéndose desde la Edad Media, y han de entenderse en el contexto de otros acuerdos similares que desde esta época vienen sucediéndose a lo largo de toda la actual frontera hispano-gala entre las respectivas autoridades locales facilitando la optimización de los recursos de las poblaciones fronterizas de tal manera que los límites políticos no supusieran un problema para el desarrollo económico de sus habitantes.
De este modo dicho tratado es mencionado en los grandes tratados entre España y Francia que han fijado los límites territoriales entre ambos países: Paz de los Pirineos (1659) y Tratado de Bayona (1856). Cada año, el acuerdo es ratificado por los alcaldes de Jaca y de las tres comunas del alto valle del Aspe, reconociendo los bornes fronterizos y comunicando el acuerdo a las autoridades nacionales competentes. La firma, precedida de una ceremonia internacional oficial en presencia de las autoridades competentes en la cima del puerto de Somport, supone una jornada festiva para los habitantes del Alto Aspe y del Alto Aragón.
ROMERÍA DE SAN INDALECIO
La romería al Voto de San Indalecio cuyos actos litúrgicos comienzan con la tradicional procesión entre el monasterio alto y el bajo. La imagen del santo es acompañada por los cruceros, llegando hasta distintas poblaciones y parroquias, mientras se cantan letanías por los Danzantes de Jaca.
La Romería en honor a San Indalecio en San Juan de la Peña, tiene una tradición de ocho siglos , participando más de 50 pueblos de la Comarca de la Jacetania.
La Romería consiste en una procesión de las cruces parroquiales de las zonas más cercanas a San Juan de la Peña, desde el Monasterio Nuevo al Monasterio Viejo. Acompañada de los Danzantes de Santa Orosia. Una vez en el Monasterio Viejo se celebrará una eucaristia presidida por el Señor Obispl y cantada por el Coro de la Capilla de Música de la Catedral de Jaca. La procesión irá acompañada por la imagen de San Indalecio. Se regresará al Monasterio Nuevo por el mismo recorrido.
El resurgir de una tradición de la Comarca de La Jacetania
El Voto de San lndalecio se remonta nada menos que al año 1187. Es decir, a casi 800 años. El paso del tiempo y la evolución de creencias y costumbres habían ido reduciendo esta celebración a pequeñísimos límites, con amenazas de total desaparición. Unos entusiastas se han propusieron revitalizarla, José María Palacín y Miguel Medrano, con el apoyo de la Hermandad de Caballeros de San Juan de la Peña ynuestro Prelado don Juan Ángel Belda junto con el buen hacer de algunos párrocos como don Benito Solana desde Bernués y don Antonio Auria desde Bailo y Santa Cruz, entre otros, más los P.P. Capuchinos San Indalecio fue uno de los siete varones apostólicos, obispos establecidos en la Península Ibérica, discípulos de Santiago, portadores de su cuerpo a Galicia. Sus restos están hoy en urna de plata, junto a la de Santa Orosia, en la Catedral de Jaca, portados desde Son Juan en 1835, al marcharse los Benedictinos, según nos documenta don Juan Aznárez. Fué Obispo de Urci o Ursi en tierras de Almería y su cuerpo fue traído a San Juan de la Peña en el año 1084. Inspiró profunda devoción a los habitantes la zona de influencia de la Abadía de San Juan.
HISTORIA
En el siglo XI y primera mitad del XII especialmente el Monasterio de San Juan de La Peña se convirtió en uno de los centros que atrajo las preferencias del hombre medieval aragonés. A la par de la importancia de este centro en cuanto a las reformas religiosas que se iban implantando está su relación a las peregrinaciones a Compostela. Este centro estaba situado a pocos kilómetros del Camino que desde Somport y Jaca cruzaban el Altoaragón para adentrarse en Navarra pero la ascensión al mismo era costosa, por una estrecha senda.
San Juan de la Peña buscó conseguir unas reliquias suficientemente importantes para motivar a los cansados peregrinos que poco antes habían superado las duras etapas pirenaicas. El Abad que presidía en ese momento era Sancho de Arinzana y según testimonios tardíos había peregrinado a diversos lugares de la cristiandad como Roma, Montecasino y Compostela. De él debió partir la idea de conseguir unas reliquias atractivas, sin importar las dificultades que surgieran. Es por este motivo que en 1084 los monjes consiguieron hacerse, tras no pocas vicisitudes, con los cuerpos de San Indalecio y de su discípulo Santiago que se encontraban en la lejana Almería, en manos musulmanas en aquella época. Aunque San Indalecio parece que fue un obispo que vivió en el siglo IV, según la tradición que corría en el siglo XI, había sido uno de los primeros convertidos directamente por el Apóstol Santiago en su predicación en España, además había sido consagrado obispo por los mismos San Pedro y San Pablo y junto con unas cuantas personas más, los llamados Varones Apostólicos, habían fundado las primeras iglesias cristianas de España.
Estos hacían que la presencia de su cuerpo y el de su seguidor fueran, por tanto, suficiente motivo de atracción. La presencia de estas reliquias pronto fue causa de nuevas donaciones efectuadas por gentes agradecidas a los favores recibidos, convirtiéndose en una rentable vía de ingresos. Estas reliquias llevaron a un compromiso especial, el denominado Voto de San Indalecio, que se pagó mientras tuvo vida el Monasterio, esto es hasta el primer tercio del siglo XIX. Su mención más antigua se encuentra en varios traslados notariales de fines del siglo XV que copiaron una promesa supuestamente hecha en 1187 por los clérigos y vecinos de más de doscientas treinta poblaciones situadas en un amplio territorio del Pirineo y Prepirineo. Según esto anualmente una persona de cada acudiría desde estas localidades hasta San Juan de la Peña entregando diversas cantidades de cereal que dependían de la capacidad económica de cada familia. La finalidad de estas donaciones era la de implorar la ayuda del santo para que la lluvia llegara a sus tierras de forma conveniente.
El texto como tal no es admisible en la versión conservada pues presenta errores a la hora de mencionar las personas que hipotéticamente actuaron como receptores del voto, testigos y confirmantes del acto e incluso cita a una de las poblaciones con el nombre que sólo tuvo a partir de 1208. No puedo afirmar con esto que un acto similar no se hiciera de verdad, tan sólo que el documento no puede aceptarse tal y como ha llegado hasta nosotros. Considero que, cuando a fines del siglo XV o los primeros años del XVI, algunos pueblos se resistieron a realizar este pago, San Juan de la Peña tuvo que recurrir a crear un texto que le sirviera de justificante y el falsificador incurrió en diversas incorrecciones. En el siglo XVIII, concretamente en el año 1725, sólo lo abonaban treinta y cinco lugares porque muchos de los que se mencionan en la copia antigua habían desaparecido.
En los últimos años se ha resucitado la costumbre de peregrinar desde diversas localidades, precedidas como en los siglos medievales, por su cruz parroquial hasta San Juan de la Peña, realizándose por lo general en la primera quincena de junio la denominada romería de San Indalecio
San Indalecio
San Indalecio, según la Tradición, es uno de los siete varones apostólicos y el primer obispo de Almería. Nació en Caspe, fijó su sede episcopal en la ciudad de Urci (actual Pechina), que con el tiempo fue trasladada a Almería. Los obispos de Almería se tienen como sus sucesores. De Urci pasa a Granada, Cartagena, Lorca, Murcia, Elche, Orihuela, Alicante, Valencia, Alcañices y Segorbe. Luego pasa a Tarazona, Zaragoza, Oca, Burgos, Toledo y finalmente a su querida Urci. Murió mártir, se sabe que fue arrojado al mar y posteriormente enterrado en Urci. Ya en el siglo XI, el abad de San Juan de la Peña, se embarca en la empresa de buscar los restos del cuerpo del santo y trasladarlos a dicho monasterio. Junto con otros monjes viaja hasta Urci. Allí, en sueños, un ángel le revela el paradero de la tumba.
Una vez exhumados los restos, van subiendo al norte siguiendo el Mediterráneo, hasta que en marzo de 1084 llegan al monasterio pirenaico. En abril de 1187, 238 pueblos de la zona de San Juan de la Peña hicieron Solemne Voto de acudir una vez al año, en torno a la Solemnidad de Pentecostés al monasterio para que el santo concediese agua para los campos y serenidad para las cosechas. Tras la Desamortización, la urna con los restos del santo fue trasladada a la Catedral de Jaca. Gracias a las gestiones del obispo D. Rosendo Álvarez Gastón se devolvieron ciertas reliquias que fueron colocadas bajo el altar de la S. A. I. Catedral de la Encarnación de Almería y en el Seminario Conciliar de San Indalecio de Almería. Es el santo patrón de la diócesis de Almería, del pueblo de Pechina y del Seminario Mayor de dicha diócesis. Su fiesta es el 15 de mayo, aunque la solemne procesión suele trasladarse al domingo más cercano si la solemnidad cae en un día no festivo en el calendario civil.
FIESTAS LOCALES
A lo largo del año tenemos muchas fiestas en nuestra comarca repartidas por todos los pueblos que la componen.
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